El hermoso audi TT negro estaba empapado, Alice, conducía mientras que tarareaba una de sus infinitas cantidades de canciones y yo iba atrás en silencio. Era un lunes. El día en que para mi hermana y yo, comenzábamos el clásico regreso a clases.
-¡Ah! ¡Esto es sensacional! Al fin podre salir por las calles sin tener que usar guantes y velos. Como si fuera una viuda. Decía Alice súper contenta.- ¿Qué te parece Bella? Preguntó.
-Si está bien. Dije. Y luego note el rostro de Alice.- ¡Oye se supone que ves visiones sumamente importantes!
-Pero para mí es muy importante que estés feliz. ¡Sabia que dirías exactamente lo mismo! Decía Alicia. Pues en algo tenía razón, debía estar feliz. Pero cuál era el motivo. Que las personas no supieran que éramos monstruos claro.
-Lo siento. ¿Sí? Tratare de ser feliz.
-Espero que lo hagas. Dijo. Al terminar la frase se bajo del auto, ya que estábamos estacionados en nuestra nueva casa. Más bien una mansión de unos 3 pisos. ¿Por qué tan grande?
-¡Listo llegamos! Dijo Alice. Ágilmente tomo todo el equipaje y lo llevo a la casa. Paredes de vidrios, mesas por doquier, como 6 habitaciones y una cocina. ¡Una cocina!
-¿Qué te parece?
-Parece un hotel. ¿Por qué tan grande? Solo somos dos.
-¡Ha! ¡Es el único lugar que tendremos a solas Bella! Así tendremos más cosas que hacer. Además, la líder se merece algo sensacional.
-Yo no soy la líder, si lo fuera no estuviéramos aquí. No había líder. Solo nos amábamos y compartíamos las mismas decisiones. Me dirigí a una de las tantas habitaciones que había. Escogí la más pequeña. Era acogedora, y pues me sentía a gusto. Rápidamente ordene la habitación, quite las cortinas que tapaban todos los muebles, sacudí las mesas, limpie el suelo, y coloque cada uno de mis libros en el enorme multimueble que había en ese cuarto. Pero había algo extraño en toda la habitación. Era pequeña, pero el closet era aun más grande que esta. Quede completamente impresionada, ¿acaso no tuve algo similar alguna vez? En fin, en menos de una hora ya toda mi ropa, mi gigantesca cantidad de ropa estaba metida en el enorme closet. Y al ver todo ordenado, no hice mas nada que recostarme en mi cama, que la usaría, una vez a la semana. Escuchaba crujidos, chillidos en el suelo, muebles moviéndose, y veía como diminutas pelotitas de polvo pasaban por debajo de la puerta hacia mi cuarto, hasta que Alice entro.
-Hora de prepararse. ¡Levántate! Dijo
-¿Qué? Acabamos de llegar.
-Sí. Pero eso no quiere decir que no iremos a la escuela. No puede ser. Alice ya quería ir a la prepa, mientras yo solo quería ducharme y detallar toda la casa, además de no moverme de allí.
-¡Vamos, vamos, vamos! ¡Es tarde! Decía, mientras que sacaba y sacaba ropa de mi closet, y yo no me movía. –Ten, ponte esto. ¡Ah! Primero báñate. Y me jaloneo por el pie, yo me tomaba de las sabanas, pero solo conseguí rasgarlas. Me alzo y me metió al baño con todo y ropa, y me vi obligada a bañarme. Al salir, vi en mi cama, una blusa de tirones con vuelos purpura, junto a unos jeans negros, y plataformas del mismo color que la blusa. Yo no sería capaz de hacer eso. Así que cambie los jeans por unos todos viejos y de color gris y rotos, y las plataformas por unas mucho más bajas, del mismo color que la blusa. Me vestí, y solté mi notable cantidad de cabello, haciéndome solo un moño. De todas maneras, pasaría exactamente lo mismo que en las otras ciudades.
-¿Así? Pregunte, quien ya estaba lista, esperándome sentada en mi cama.
-No para nada me alegra, pero no se ve mal. ¡Y ya quiero ir!
Alice se vio por última vez en el espejo, y se dirigió a la salida de la “casa”. Yo salí al rato. No estaba muy interesada en ver como seria la escuela. Pero tampoco estaba con ganas de pegarme contra el piso. No se veía mal el lugar. Un montón de arboles tapaban los alrededores de una especie de edificio, que se veía más descuidado que una anciana. Había una cantidad significativa de autos viejos, y ahí fue cuando me arrepentí de haber traído el auto nuevo de Alice, bueno después de todo yo fui la que decidió llevarlo el primer día de clases. Uno de los más viejos y que parecía chatarra era una chevy roja estacionada en un rincón del aparcadero. Era patética, claro, como siempre estaba llena de lujos, y nunca me faltaba nada, pero se suponía que no importaban los demás, solo que estuviéramos bien y no lastimáramos a ninguna persona. Y por supuesto, yo no había cazado en un mes, Alice me decían que lo hiciera, pero no iba a matar a un animal inocente solo para alimentar a un monstruo. En cambio ella llego preparada, toda casi hinchada de toda la sangre de animal que bebió.
Alice se bajo primero del auto, el cual estacionamos al lado de un volvo muy sofisticado, al parecer, el único auto lindo en todo el estacionamiento, aparte del nuestro. Todos miraban con atención a las “nuevas” y quedaban sorprendidos al ver nuestro auto, ¡No es nada del otro mundo!, pero nosotros sí. Todos los clásicos murmullos empezaron a escucharse, mientras yo prefería salir un ratito después, no estaba lo suficientemente preparada como para salir lloviendo y oler la esencia de todas esas personas. Respire hondo, y contuve la respiración. Me estaba arrepintiendo de haber aguantado tanto tiempo sin cazar. Salí, y varios chicos dejaron caer su mandíbula, ni que fuera una supermodelo o algo así. Alice me esperaban resguardándose de la lluvia en la entrada, mirando a sus alrededores. Me prestó su chaqueta, una beige de cuero. Entramos y todos nos miraban. Odiaba eso, siempre tenía que soportarlo. Debía entrar a clases, según lo que leí en los papeles de mi inscripción. No era fácil ser cuidado por tu hermana mayor, pero esa era la única forma de que no nos alejara la ley, siempre que sospechaban algo, dejábamos el polvo. Mi primera clase, ingles, tan fácil, aunque debía suponer que era difícil. Aun cargaba la chaqueta de Alice puesta cuando se alejo a su salón, yo quede sola. Mire al frente y me puse la capucha, cuando leí que decía el nombre de la profesora en una de las aulas, fue cuando me dieron ganas de no entrar.
Dure un minuto allí, parada justo a 2 pasos de la puerta. Sonó el timbre, y todos los bobos que me miraban se fueron, y quede sola, y como una estatua allí, esperando no se qué. –Asshhhh ¿¡Porque a mí!? Decía en mi mente. Me recosté en la pared, al lado de la puerta, cerré los ojos y…
-¡Señorita Swan! ¡Qué gusto ver que ya está aquí! La voz de una anciana me interrumpió, abrí los ojos, y me di cuenta que era la profesora de inglés.- ¿Se quedara allí? Me dijo. Yo aun estaba recostada, viéndola, sin hacer nada, hasta que rompí el hielo.
-oh, Sí. Si, lo estoy. Dije parpadeando unas veinte veces. Tome mi mochila, que la había tirado en el suelo y levante de nuevo la mirada. La profesora había entrado para, presentarme con los demás alumnos. –Teacher. Llame la profesora, no quería que me presentara, al menos no en su clase. ¡O mejor en ninguna! Sería muy peligroso que alguien quisiera ser mi amiga o amigo.
-Dígame señorita. Me dijo con mucha amabilidad regresándose a donde estaba yo. Quise sonar igual de amable, para que no pensara que era una falta de respeto por lo que le pediría.
-Sé que es descortés de mi parte, pero me gustaría mucho que solo me dejara entrar, no se preocupe por mí, yo misma me las arreglare después para conocer a mis compañeros de estudio. Esperaba un no. Pero el rostro de la señora no parecía serio, más bien cautivado. La profesora acepto mi propuesta, un gran alivio. Aun tenía la capucha. Entre, y todos se quedaron callados. Logre ver un puesto libre al final de la fila. Me quite la chaqueta mientras caminaba hacia mi asiento. El cabello estaba un poco mojado. Me senté, y luego la profesora empezó a dar su clase.
No estaba nada perdida, y luego la profesora me llamo, al ver que yo estaba algo distraída. Me pregunto que si había algo mas interesante que la clase, en ingles. Yo respondí que si había algo mas interesante, y es que la profesora no se había dado cuenta que uno de los alumnos se había quedado dormido. Y pues eso era lo que me tenía distraída, ya que estaba haciendo un dibujo de ese mismo chico en mi cuaderno. Todo eso se lo explique en ingles, y todos me miraban, hasta que le mostré el dibujo a la profesora. El timbre volvió a sonar, y el chico se despertó. Fui la primera en levantarme para salir, hasta que escuche un murmullo, uno más bajo que el de los demás.
Era un chico, con la misma piel, cabello algo largo, marrón. Tenía algo diferente, pero que me iba a importar, seguro era un idiota humano. Hasta que vi sus ojos. Negros, similares a los míos. Tome la mochila y salí en cuanto pude. No quería recordar lo que vi y no veía a Alice por ningún lado, caminaba, y me sentía perdida, había muchos pasillos. Varios chicos me silbaron, los cuales ignore. Volteé, un momento, porque en realidad estaba muy perdida, de repente tropecé con alguien, de espalda. A pesar de haber cambiado y ser un poco menos tímida, aun tenía algo de mi torpeza natural. No me dio tiempo de verlo, o verla, pero era una persona humana. Luego la tome por el estomago, y sujete rápidamente los libros que cargaba en sus brazos, los cuales había soltado, con la otra mano. Levante a, la chica, era una chica, y le di los libros. Era no tan normal, era pálida, muy pálida, casi como Alice. Sus ojos, de un verde muy oscuro, casi negros. Me miraron con curiosidad. ¡Ah! ¡Necesito encontrar a Alice! Ya tendrás tiempo para ver lo extraña que soy. Era lo que quería decirle. Sin querer respire un poco, y esta chica ya me volvía loca. Tenía un asqueroso perfume, y todos mis instintos querían en vez de atacarla, decirle lo raro que olia. Pero no podía romper mi record. Ya tenía más de 50 años sin probar ni una gota de sangre humana. Y sin hablar comúnmente con alguien. Al menos humano.
-Lo siento, tendré más cuidado a la próxima.- No habría próxima. La deje allí, como que, en shock, y a lo lejos del pasillo pude ver que decía cafetería. Seguí caminando y al entrar vi al fondo a mi hermana, sentada esperándome. Supongo que había visto que yo seguiría su aroma. Camine hacia donde estaba, con ese incomodo paso humano.
-¡Hasta que llegaste! Dijo. Me senté, y trate de silenciar los chismorreos de los demás. Me recosté en la mesa, y cerré los ojos.
-Es que son tan extraños… Abrí los ojos de golpe. Estaba obligándome a no voltear. Hasta que no pude resistir. Gire mi cabeza, y hacia el otro lado de la cafetería, pude ver a quien nos había dicho extraños. Había cuatro chicos. Entre los cuales estaba el chico de ingles. Junto a ellos, una rubia, hermosa, era como ver a Courney, solo que su forma de ser era diferente, como molesta. Con ella estaba sentado un chico musculoso, pálido, al igual que la rubia, que al parecer era su pareja. En realidad se miraban mutuamente como Blake y Courney. El último de ellos, era un poco más juvenil. Este no era tan musculoso, pero aun así se veía igual de pálido. Su cabello, de color cobrizo y su rostro era de una piel tan suave, era como si la hubiera tocado con la mirada. Este mismo chico jugueteaba con una papita en sus manos (si es que así le dicen) porque ya ni recuerdo los nombres de la comida humana.
-Bella
-¿¿Queeeeeeeeee..?? Pregunte como que enojada. Me había interrumpido, estaba concentrada en unos chicos, los cuales me ignoraban.
-¿Estás bien?
-Sí, ¡si lo estoy!
La curiosidad quemaba. Volví a voltear y justamente al hacer esto aquel chico de pelo cobrizo levanto sus ojos. Negros. Al igual que los míos, los cuales me miraban con delicadeza, y curiosidad, lo contrario a lo que yo siento cuando estoy sedienta. Rabia y amargura. Aquel lugar lleno de gente se convirtió en un lugar vacio, sin nada. Solamente 2 vampiros mirándose extrañamente. Era como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo, solo que era la primera vez que lo veía. Fue como un rayo que recorrió todo mi cuerpo. Una sola línea. Voltea, voltea ¡idiota voltea! Mi cabeza me lo pedía. Mi corazón lo impedía. Estuve a punto de voltear cuando este desvió la mirada a la rubia al parecer, de rabia. Era como si pelearan con la mirada. No podía dejar de pensar en lo extraño que me fue ver aquel chico a los ojos. Hasta que mi cabeza giro.
-Distráeme por favor. ¿En que estaba pensando?
-¿Estas demente? Me pregunto.
-¡Algo así! Pero hablo en serio. Distráeme.
-Bueno, ya que eso quieres, apostemos. ¿Apostar? Sabía que hablaría de comer algún alimento humano. Claro que el alimento eran ellos. Pero siempre me agarraban desprevenida. Ya que siempre perdía.
-No lo sé. ¡Hagamos una cosa! Dejémoslo para mañana. Así estaré más segura.
-¡Dijiste que te distrajera!
-Pero no de esa manera.
-Bueno si tanto quieres distraerte ve a botar estos “restos” de comida. Al menos no comería esa porquería. Tome la bandeja y fui directo a la papelera. Cuando regrese, Alice se veía rara. Si, vio una visión.
-¿Qué? Le pregunte al regresar. ¿Qué viste?
-No lo sé, era extraño. Sobre mí. Estaba…
-¿Estabas?
-¡Con un chico!
-¡Agrrrr noo! No ahora. Estamos bien. No necesitamos a un humanito.
-Pero no era humano…
-¡Con más razón! Ellos son… Espera ¿qué?
-Mejor te lo digo en casa. Continuara…
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